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el cajón de las metáforas

Las primeras veces que te oí intervenir me caías bien porque tu acento me recordaba a una buena amiga. Te concedí el beneficio de la duda cuando mis compañeras me empezaron a comentar que no les caías bien, que ibas de sabionda.. Ahora, después de haber hecho un trabajo en grupo contigo, ya te puedo confirmar que no te soporto y tiraría bien fuerte de todos tus piercings visibles.

Es apenas una niñata de 22 años que en junio acabó la carrera, pero habla siempre desde un pedestal, dando lecciones y reafirmándose ella misma con una coletilla final en sus intervenciones de "esto es así". Es la típica hippilonda perroflautista que ha estado toda la vida metida en esplais y caus, y trata a los demás como si fueran sus niños del esplai, o peor, sus compis de la tribu. Siempre tiene en la boca palabras como prejuicio, tolerancia, justicia o respeto (aunque de eso sabe poco, porque interrumpe constantemente el turno de palabra de los demás, incluso del profesor), la solución a todo es la educación en la escuela, y confunde el participar con imponer siempre sus ideas. Siempre tiene algo que decir, y si no lo dice en público lo comenta con su perrito faldero de al lado (todo dominante necesita su sumiso), con ese murmullo de mosquito, pero no tarda en mandarte a callar como seas tú el que murmure algo ¡no te fastidia! Y trabajando en grupo, ahí si que ya me agotas. La capitana: la primera en ordeno y mando, en cortar el bacalao, en decidir qué y cómo hacer, ¿donde está la democracia que tanto predicas?... pero la primera también en desaparecer a la hora de ponerse a trabajar- es que treballo, tinc esplai.. Quedamos para trabajar a primera hora de la mañana y la tía aún nos enlentece porque antes de entrar en la biblioteca necesita encontrar a alguien que tenga papel de fumar, desesperada como un yonki, pero pintándolo como algo súper natural, por lo que comenzamos a comentar el trabajo en un banco.. cuando por fin consigue el papel de fumar, ve a una amiga y se va a fumar el cigarrillo con ella, desapareciendo del mapa por media hora. Cuando se reincorpora al grupo, nos suelta sus soluciones mangánimas como el que nos hace un favor, y ya se le ha hecho la hora de irse.. después se le enseña el trabajo que hemos hecho las demás, y se sorprende de que sus aportaciones de visita de médico hayan sido debatidas y excluídas, ¡pero si dijimos de hacerlo de otra manera!..

Y con de las chuches yo no sé cómo no te mandé ya al carajo (sí lo sé, porque todavía no habíamos acabado y presentado el trabajo, y porque eres tan cansina que prefiero ignorarte a tener que discutir con una pared). Teníamos que preparar una actividad dinámica grupal para hacer en clase, y a la nena no se le ocurre otra cosa que hacer una réplica del programa furor. Supongo que si de ella dependiera, traeríamos guitarras y cerveza, nos pondríamos en círculo y haríamos una hoguera con las sillas de la clase. El grupo en su mayor parte acepta, y la verdad es que tampoco tengo una alternativa a proponer, por lo que acepto también. Y en vez de dar minipuntos, se le ocurre (e impone) que demos chucherías a los grupos que ganen las rondas de canciones. Propongo conceder puntos, porque es más fácil y económico y no estamos en parvulario, pero a ella le parece el punto motivante de la actividad y por cojones hay que comprar chucherías para toda la clase. Eso sí, "hay que comprar", en impersonal. Nos envia mensajes a través del feisbuc para recordárnoslo, pero obviamente todas, incluidas sus amiguitas, pasan de ello. Incluso nos escribe (al feisbuc) el día antes de hacer la actividad en clase diciendo que está frente a una tienda de chuches, que si las compra (anda, ahora necesita que le den permiso). Obviamente, nadie vio el mensaje hasta pasado un rato, y aunque le contestaron a la media hora, dijo que ya no estaba allí... Y que ya no podría ir más, pero que había que comprarlas. Y nos fue mandando mensajes durante la mañana siguiente, a ver quién iba a comprar sus malditas chuches. Ni me molesté en contestar (sólo faltaría que siendo yo la que más se opone encima tuviera que encargarme de ello). Y llegó la hora de la clase y nadie había comprado nada, se hizo la actividad con puntos y la gente salió tan animada y contenta como si hubieran ganado un premio. Pero desde entonces se palpa una tensión entre nosotras, no nos hemos vuelto a dirigir la palabra, sé que esto le ha sabido a alta traición, y que en sus mundos de yuppi está penado con aguantar sus impertinencias de niña tontita consentida abanderada de todas las causas y de ninguna, que se cree que va a salvar el planeta pero justo ese día no va a poder.

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