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el cajón de las metáforas

Cuando miro atrás siento que he cambiado mucho. En pocos años me he vuelto estática en muchos sentidos, y creo que no es sólo la eterna cuestión del dinero. Pienso en la época en que decidí cambiar de carrera y de ciudad, con cien euros en la cuenta. Fue la época de menos recursos y mayor motivación, y conseguí encadenar trabajos para pagar mis gastos, e incluso me permití un viaje a Italia, me apunté a teatro, a un gimnasio, y salía con cierta frecuencia. Añoro esa personalidad emprendedora, dinámica, llena de espíritu, que aunque tuviera miedo a arriesgar, a probar, a conocer, le podía el impulso activador. Puede que aquello fuera una faceta de mí, pero la siento la más auténtica, en la que me he sentido mejor, y no encuentro la manera de recuperar esa vitalidad interior que movía todo lo demás. Puedo forzarme a hacer cosas y las hago, pero soy consciente de que no fluyen, que no son naturales y espontáneas, y no es lo mismo. Puedo obligarme a escribir, pero sólo encadeno frases sin alma, no siento esa chispa que me inspiraba, que me hacía brotar las ideas y las palabras.

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