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el cajón de las metáforas

Apenas queda un mes. Por un lado tengo ganas de acabar con esto, porque me he prometido a mí misma que será la última vez, por cerca o lejos que me quede de mi objetivo, y será una liberación. Compaginar el máster y el pir está siendo más duro de lo que esperaba, no consigo dar el máximo rendimiento en todo a pesar de la total dedicación. Y necesito tener más tiempo para otras cosas, salir de mi estado de clausura, me desgasta psíquicamente invertir todas mis horas libres y energías en la preparación de un sólo examen. Sé que tendré que atarme de pies y manos para no volver a intentarlo si me va mal, pero estoy decidida a ser firme, práctica y racional por una vez en la vida.

Pero por otro lado, el cese de ese agobio, será también el fin de una mini etapa muy feliz. La de estar con él, en nuestro pequeño espacio, en la ciudad que tanto nos gusta. Nuestras rutinas, nuestras historias del día a día, se cerrarán con el capítulo del pir. Me gusta tenerle cerca, sobre todo cuando llega la noche y nos estiramos en el sofá viendo alguna serie o película, ese momento de calma me reconforta como el café caliente de la mañana.

Sé que no voy muy preparada, que apenas llegare habiendo dado una vuelta al temario. Pero estoy más tranquila, sé que no me lo juego todo a una carta y ello juega a mi favor: la presión me puede, y esta vez no podrá: si estoy inspirada, si la serenidad se alia con lo que sé, puedo tener una oportunidad. 

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