Blogia
el cajón de las metáforas

Llevábamos un largo tiempo de calma, a pesar de aumentar la dependencia, de la necesidad de asistencia y acompañamiento continuo. Tu confianza en nosotros, la tranquilidad que respirabas, nos permitía ir más allá de lo sensato. Contigo nos atrevimos a arriesgados viajes en coche, tren, avión, a pisar el extranjero. Había que aprovechar el tiempo, porque sabía que se agotaba, y siempre quería "un último viaje juntos", "unas últimas navidades en Huesca"... Un recuerdo dulce al que aferrarnos en un futuro. Sabía que este declive podía producirse en cualquier momento, sin avisar. He visto estos síntomas y conductas en las prácticas, en las entrevistas, he convivido con ellos como psicóloga, con naturalidad, me han acompañado como el café con leche de las mañanas. Pero no es lo mismo que vivirlo como hija. Contigo me impresiona como si fuera la primera vez, me apena, me estruja por dentro. Cada pequeña pérdida, cada paso que dejas de dar, vuelve a ser una estocada, una herida que duele. Cada vez el reto es mayor, más complicado, pero ahora que he aprendido a quererte sin miedos, a cuidar de ti con alegría y ternura, no voy a fallarte. Estaré siempre a tu lado, papá.

0 comentarios