Blogia
el cajón de las metáforas

Estaba entre los 150 primeros, y con opciones de colarme entre los 128 afortunados si me favorecían las impugnaciones. Sólo tenía que subir unos pocos puntos, y el milagro se hubiera convertido en realidad. Pero no ha podido ser. Repaso una y otra vez las correcciones definitivas, porque no me lo puedo creer: nueve preguntas anuladas me hacen perder once puntos y descender vertiginosamene en la lista de posiciones. Es increíble que me perjudiquen tanto, cuando la tendencia de este año ha sido subir unos cuatro o cinco puntos, o quedarse igual. Sabía que podía pasar esto, me había concienzado de que era muy difícil, y de que si me quedaba como estaba probablemente me quedaría sin plaza. Pero un resultado así me sienta como una bofetada en toda la cara.

Tras la rabia y frustración inicial, llega el momento de reflexionar. No quiero pasar más por esto: el pre-pir es duro, pero el post-pir es peor, es mucho más angustioso esta espera e incertidumbre que el largo e intenso estudio durante todo el año. El factor suerte nunca voy a poder controlarlo, y acaba siendo determinante. Se han anulado preguntas de forma incomprensible, que están justificadas en la bibliografía supuestamente de referencia para este examen. Se han cambiado opciones de respuesta que el año pasado se dieron por buenas, aún pasando también por un proceso de impugnación. Y se han llegado a anular preguntas por faltas de ortografía, por poder dar lugar a confusión. El temario es abierto por lo que siempre caen sorpresas inesperadas de libros o autores insospechados. Me parece una vergüenza que un examen tan importante, a nivel nacional, en el que se invierte tanto esfuerzo y sacrificio por parte de los candidatos, se haga y corrija con tan poca seriedad.

Ya lo había decidido, pero me reafirmo en mi dicisión de abandonar el pir. No tengo ilusión ni fuerzas para volver a intentarlo, para volver a dedicarle toda mi energía, mi tiempo, mi esfuerzo, aún sabiendo que ahora quizás estoy más cerca que nunca de conseguirlo, por todo el temario asentado. Creo que tenía que probar esta experiencia, tenía que intentarlo, pero después de dos convocatorias y con la edad y situación en la que estoy, lo más sensato es pensar en nuevos proyectos. En parte me alivia sacarme este peso de encima, necesito volver a tener tiempo para mí y para otras cosas, como el máster. Una vez más, me alegro enormemente de haberme apuntado, quizás no sea de gran utilidad práctica, o por lo menos de forma inmediata, pero me da una salida donde canalizar mi motivación e inquietudes.

Se cierra una puerta pero se abre una ventana. Sé que no será fácil pero buscaré una alternativa, andaré otros caminos, hasta que encuentre mi sitio, donde me pueda sentir mínimamente realizada. De este camino que dejo atrás no he obtenido ningún premio, pero me llevo conmigo la satisfacción de haberlo afrontado en condiciones, de haber aprendido mucho, y de haber aguantado la carrera hasta el final. No puedo lamentarme de mi actitud, esfuerzo o rendimiento: lo he hecho lo mejor que he sabido y he podido. Lo he dado todo. No me quita la decepción, pero me siento en paz conmigo misma. Ojalá no pierda nunca este espíritu de lucha y esperanza que me ha llevado hasta aquí.

0 comentarios